No voy a rogar: cuando el amor propio empieza a hablar más fuerte
- Sevastian Marquez
- hace 3 minutos
- 3 Min. de lectura
Hay momentos en la vida donde uno se mira al espejo con el alma llena de preguntas: ¿Estoy pidiendo demasiado? ¿Soy yo el problema? ¿Por qué duele tanto amar?

Y ahí, en ese punto donde la tristeza aprieta el pecho, muchas personas descubren una verdad que no siempre se enseña: el amor no duele cuando es sano.
Duele la indiferencia. Duele la espera. Duele sentirse solo incluso estando en pareja.
Este artículo nace desde una experiencia real. No con la intención de señalar culpables, sino con la esperanza de acompañar a quienes, hoy, están enfrentando la tormenta emocional de una relación desigual. Es un abrazo en palabras. Un recordatorio: no estás solo, y no eres menos por sentir tanto.
Amar sin perderse a uno mismo
Las relaciones afectivas tienen sus propias complejidades: miedo al rechazo, heridas sociales, prejuicios internos. Pero eso no significa que haya que conformarse con amores a medias. El amor verdadero no te desaparece una semana. No vuelve con un “¿se acabó?”, sin hacerse cargo del silencio. El amor verdadero pregunta, cuida, se queda.
Amar no debería sentirse como una guerra donde solo uno lucha. No se trata de contar los mensajes, sino de notar quién se preocupa cuando estás mal. No se trata de grandes gestos, sino de pequeños detalles:
"¿Cómo te fue hoy?"
"Te pensé."
"Estoy ocupado, pero te escribo luego."
No estás pidiendo demasiado
Una relación sana se basa en reciprocidad. Y eso no es un lujo, es lo mínimo.
Estás en tu derecho de querer un compañero, no un fantasma emocional.
De querer que se interesen por tus sueños, tus días, tus sombras.
No estás mal por esperar eso. Lo que está mal es que te hagan dudar de si mereces amor real.
Desapegar no es dejar de amar: es empezar a sanar
Soltar duele. Pero a veces, duele más quedarse donde uno ya no es visto.
Y ahí empieza un nuevo camino:
Permitirte sentir, llorar, enojarte sin culpa.
Volver a ser tú: ¿qué apagaste por sostener algo que se caía?
Hacer un “corte emocional”: aunque cueste, alejarte te permite respirar.
Repetirte: “no estoy solo. Me tengo a mí.”
Una de las frases más poderosas que surgió de esta conversación fue:
“No necesito un novio. Necesito un compañero.”
Y esa frase puede ser el norte de muchas personas que aún están buscando un amor que se construya en equipo, y no sobre heridas abiertas.
Herramientas para empezar a sanar
1. Afirmaciones de amor propio:
“Mi amor es valioso, no todos saben recibirlo.”
“No necesito rogar lo que merezco.”
2. Escribir una carta que no enviarás:
Dile todo lo que sientes. Después rompela o guardala. Es un acto de cierre simbólico.
3. Hacer una lista de “me merezco”:
Escribe lo que quieres recibir de una relación. Reléela cuando dudes de tu valor.
4. El frasco del futuro:
Guarda papelitos con sueños que aún quieres vivir. Te van a recordar que esto no es el final de nada, es el inicio de ti volviendo a elegirte.
Para ti, que estás leyendo esto en silencio…
No eres menos por haber amado mucho.
No eres débil por haber esperado algo que nunca llegó.
No estás solo/a
Y sí, vas a sanar. Vas a volver a sentir mariposas, pero esta vez sin caminar sobre cristales.
Que este texto sea un espejo donde te veas con claridad, y no con culpa.
Y si necesitas volver a leerlo mil veces, hazlo. Porque no estás exagerando. Estás despertando.
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