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Olguita Acuña: la voz que rompe el silencio del exilio

Desde Costa Rica, la cantautora nicaragüense convirtió la música en un grito de resistencia contra el régimen de Daniel Ortega y en símbolo de libertad para su país silenciado.



Olguita Acuña, cantautora nicaragüense en el exilio, utiliza la música como herramienta de resistencia y denuncia contra el régimen de Ortega y Murillo. Créditos: Instagram @olguita.acuna.
Olguita Acuña, cantautora nicaragüense en el exilio, utiliza la música como herramienta de resistencia y denuncia contra el régimen de Ortega y Murillo. Créditos: Instagram @olguita.acuna.

La historia de Olguita Acuña no se entiende sin la palabra exilio. La joven artista fue obligada a abandonar Nicaragua por su activismo y su identidad diversa, enfrentando persecución política y violencia de género. En tierras costarricenses encontró un escenario distinto: 'lejos de silenciarla, la adversidad la transformó en cantautora y portavoz de quienes no pueden alzar la voz dentro del país'.



Las canciones de Acuña no son simples melodías; son denuncias directas contra un régimen señalado por violaciones a los derechos humanos. En temas como 'Grito Atabal', la cantautora revive la memoria de las protestas de abril de 2018 y rinde homenaje a las víctimas de la represión. Su repertorio se ha convertido en un archivo vivo de resistencia y memoria histórica.





Portada de 'Grito Atabal', canción de Olguita Acuña incluida en el proyecto Monarca: Memoria Sonora del Exilio. Créditos COPAL.
Portada de 'Grito Atabal', canción de Olguita Acuña incluida en el proyecto Monarca: Memoria Sonora del Exilio. Créditos COPAL.


'Olguita Acuña no eligió el exilio: lo padeció'. Expulsada de su tierra natal por levantar la voz, encontró en la guitarra y en sus letras, el refugio y el altavoz que el régimen nicaragüense le arrebató. Su música se ha convertido en una denuncia constante contra la represión de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en un recordatorio vivo de los cientos de jóvenes asesinados y de los pueblos que aún claman justicia.



Más allá de la política, Olguita también canta desde su experiencia como mujer diversa. Ella misma ha denunciado la violencia y discriminación que sufrió en Nicaragua, y hoy reivindica en su música la necesidad de construir espacios inclusivos. Esa autenticidad le ha valido el reconocimiento en escenarios internacionales, 'donde su voz trasciende fronteras como símbolo de libertad y dignidad'.





En el exilio, Olguita Acuña encuentra en su guitarra la herramienta para transformar el dolor en resistencia y memoria, manteniendo viva la voz de Nicaragua a través de su música. Créditos: Archivo personal / Cortesía.
En el exilio, Olguita Acuña encuentra en su guitarra la herramienta para transformar el dolor en resistencia y memoria, manteniendo viva la voz de Nicaragua a través de su música. Créditos: Archivo personal / Cortesía.


Desde Costa Rica, Acuña compone con la nostalgia de quien sueña con regresar a Monimbó y entonar allí su canción dedicada al régimen nicaragüense. En cada presentación, carga con la doble condición de artista y exiliada: la primera le permite brillar, la segunda le exige denunciar. En su historia pesan la violencia machista y la discriminación por ser una mujer diversa y la persecución política que la obligó a huir.



Pero en medio de la adversidad, su arte floreció. Canciones como 'Grito Atabal' han resonado en festivales y foros internacionales, convirtiéndose en 'un eco inquebrantable de la lucha nicaragüense'.





La bandera intervenida refleja el clamor de la comunidad costarricense: denuncias de violencia, discriminación y abandono que también inspiran las canciones de resistencia de Olguita Acuña, siendo exiliada en dicho territorio. Créditos: Instagram @olguita.acuna.
La bandera intervenida refleja el clamor de la comunidad costarricense: denuncias de violencia, discriminación y abandono que también inspiran las canciones de resistencia de Olguita Acuña, siendo exiliada en dicho territorio. Créditos: Instagram @olguita.acuna.


“Jamás se me habría ocurrido cantar para vivir”, confesó en una entrevista. Hoy, su voz no solo le da sustento, sino que también mantiene encendida la memoria colectiva de un país que resiste desde dentro y fuera de sus fronteras.



-“Quiero cantar mi canción en Monimbó”, ha repetido en varias ocasiones, como un grito de promesa y desafío. Mientras tanto, sus letras siguen recorriendo el mundo y recordando que 'el silencio no es opción para quienes sueñan con justicia'.





La música de Olguita no es complaciente: 'es incómoda, directa, punzante'. Habla de represión, de mujeres violentadas, de presos políticos y de un pueblo que no olvida. Por eso ha sido premiada y reconocida en diversos espacios de derechos humanos, donde se le aplaude por visibilizar la crudeza de un régimen que intenta imponer silencio a sangre y fuego.



Ella, sin embargo, insiste en que no canta solo para denunciar, 'sino también para sanar. Cada acorde es cicatriz, cada verso es resistencia'.



Grito Atabal, de Olguita Acuña, un canto de resistencia desde el exilio que mantiene viva la memoria de 2018. Créditos: Video oficial de Olguita Acuña / YouTube.


Olguita Acuña representa a miles de voces silenciadas. Desde escenarios pequeños hasta plataformas internacionales, su música ha trascendido fronteras para recordarle al mundo que Nicaragua no está en calma: "late en clandestinidad, en exilio, en canciones que desafían al miedo".



Y aunque aún no pueda volver, su voz ya retumba en cada rincón donde alguien se niega a olvidar.

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