top of page

La caída de Laura Blanco: el país no puede seguir normalizando el silencio

Laura Camila Blanco, periodista de 25 años que murió tras caer del noveno piso en Bogotá. Su caso ha despertado dudas sobre un posible feminicidio. / Foto: captura de pantalla - Publimetro YouTube
Laura Camila Blanco, periodista de 25 años que murió tras caer del noveno piso en Bogotá. Su caso ha despertado dudas sobre un posible feminicidio. / Foto: captura de pantalla - Publimetro YouTube

En la madrugada del 27 de julio, Laura Camila Blanco, una joven periodista con grandes sueños, enamorada y apenas de 25 años, perdió la vida al caer desde el noveno piso de un conjunto residencial en el sector Salitre de Bogotá. Oficialmente, aún no se ha confirmado si fue un suicidio, pero el país entero observa con escepticismo lo que parece más una historia de encubrimiento que de justicia.


Laura no estaba sola. Estaba celebrando el grado de su novio. En vez de alegría, la noche terminó en tragedia. Desde entonces, lo que ha quedado es un mar de preguntas sin respuestas, un silencio que pesa y un tratamiento institucional que indigna.

Los primeros informes de la policía, casi como un reflejo automático, sugerían que se trataba de un suicidio. Pero ¿Cómo explican entonces las inconsistencias en la escena del apartamento? Según reveló Infobae, el lugar fue hallado en aparente desorden, sin signos claros de violencia, pero con elementos suficientes para levantar sospechas: una silla volcada, una puerta trancada, y rastros de tensión que no cuadran con la hipótesis del "salto voluntario".


Una vecina, citada por El Tiempo, fue más allá. Asegura que escuchó llanto desgarrador minutos antes del hecho. Y no era Laura. Ella misma se había mostrado entusiasta, ilusionada, lista para compartir con su pareja un momento de celebración. ¿Qué pasó entonces?


El tío de la periodista, entre lágrimas y rabia, fue tajante en sus declaraciones a Caracol Radio: "Ella no se suicidó". La familia ha sido enfática en que Laura no tenía ningún motivo para quitarse la vida. Tenía sueños, trabajo, proyectos. Tenía amor. ¿O eso creía?


Las autoridades han dicho que investigan, pero ¿de qué sirve investigar si la narrativa oficial ya ha sido sugerida desde el primer día? ¿Por qué el país sigue viendo cómo las muertes de mujeres en contextos sospechosos se etiquetan con ligereza como suicidios? ¿Cuántas más deben caer desde un balcón, aparecer en una ducha, ser encontradas en su cama, para que se tome en serio la posibilidad del feminicidio?


El periodismo no puede quedarse callado. Laura era una de las nuestras. Su historia, al igual que la de muchas otras mujeres, merece justicia, verdad y ser recordada. No basta con titularla como una "extraña muerte". Es hora de llamar las cosas por su nombre y exigir un proceso serio, transparente y sin sesgos de género.


Porque si callamos por Laura, mañana el silencio será por otra.




Comentarios


bottom of page