El amor no se huye, se aprende
- Sevastian Marquez
- 11 may
- 2 Min. de lectura
A veces el amor de nuestras vidas no se pierde por falta de sentimientos… sino por falta de preparación emocional. Por miedo a no saber valorarlo, por inseguridad disfrazada de orgullo, por heridas no resueltas que nos llevan a huir justo cuando deberíamos quedarnos.

Y aquí es donde entra la inteligencia emocional: esa habilidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones y las de los demás. No basta con amar. Hay que saber amar. Y eso implica tener la capacidad de autorregularse, de comunicar sin dañar, de empatizar sin perderse, y sobre todo, de no proyectar el pasado en el presente.
Los errores que cometimos antes —las veces que no supimos cuidar, que fallamos, que huimos— no tienen por qué definir nuestro ahora. Pero si no los observamos con humildad y conciencia, entonces sí lo harán. Porque repetir patrones sin revisarlos no es azar, es irresponsabilidad emocional.
Amar implica responsabilidad afectiva: entender que no podemos dejarle el peso del amor a la otra persona. No es justo ni sano esperar que el otro cargue con nuestras inseguridades, con nuestra inmadurez emocional, o con el trabajo interior que nos corresponde hacer. Y sin embargo, muchas veces es eso lo que hacemos: esperamos que el otro nos salve, que tenga paciencia infinita, que ame por dos.
Pero el amor sano no es una cruz, es una alianza. Un pacto donde cada uno se hace cargo de lo suyo y se compromete a crecer por el bien común. Quien no entiende esto, huye cuando se siente vulnerable, sabotea cuando siente conexión, y se refugia en frases como "todas las relaciones terminan igual", cuando en realidad solo está evadiendo su proceso interno.
La inteligencia emocional no solo sirve para evitar conflictos; sirve para no perder lo que más vale la pena. Para no alejarte de quien sí estaba dispuesto a amar de verdad. Para no convertir tu miedo en un verdugo que decida por ti.
Así que no esperes a que se vaya para aprender. No lo pierdas por no haberte trabajado. No conviertas el amor de tu vida en una anécdota más.
Tú no eres tu pasado. Pero sí eres responsable de tu presente, y si no lo cuidas, el futuro simplemente no llega.
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