top of page

Perdido

Actualizado: 2 ago


ree

Sentirse perdido no es una excepción, es una de las formas más humanas de existir. A veces, la vida se vuelve un ruido constante, una sucesión de días repetidos que no parecen llevar a ningún lugar. Te sientes vacío, como si algo dentro se hubiera resquebrajado lentamente hasta romperse del todo, y sin embargo no hay lágrimas, no hay gritos, solo un silencio que pesa más que cualquier palabra.


Es agotador pelear cada noche contra pensamientos que te susurran que no estás a la altura, que has fallado, que el tiempo se va como agua entre los dedos. El alma empieza a doler de forma sutil pero persistente, como una herida que no se ve, pero que no deja de sangrar. Y los sueños que alguna vez fueron refugio, ahora parecen espejismos lejanos, casi burlones.


No se trata ya de encontrar una meta grandiosa, ni de responder grandes preguntas existenciales. A veces, el único logro real es seguir respirando cuando todo en tu interior grita que te detengas. Es levantarse aunque no haya fuerza, aunque no haya motivo claro. Es esa lucha silenciosa y constante la que define tu valentía, aunque nadie más la vea.


La soledad duele más cuando estás rodeado de cosas o personas que parecen tener todo en orden. Pero lo que ves afuera no siempre refleja lo que cada uno carga por dentro. A veces sentirse roto no significa estar acabado, sino estar en el proceso de reconstrucción, aunque no lo sepas aún. Y eso requiere una paciencia brutal, una ternura contigo mismo que cuesta mucho aprender.


Quizás hoy todo se ve gris, lento y monótono, pero no siempre será así. No porque alguien lo prometa, sino porque incluso el dolor cambia, se transforma, y da paso a nuevas formas de sentir. No te castigues por no estar bien. No te exijas tener todas las respuestas. A veces, solo hay que sobrevivir el ahora. Y eso, aunque no lo creas, también es un acto de esperanza.

Comentarios


bottom of page